19 noviembre 2017

Gerardo Chávez cumple 80 años









Por Cecilia Oré 


En los años 80 aprecié por vez primera las obras artísticas de Gerardo Chávez. Yo era una estudiante en la Escuela Nacional de Bellas Artes recién llegada a vivir a Lima desde mi natal Ica. Dadas las carencias de espacios culturales en mi tierra, me convertí en asidua visitante del Museo de Arte de Lima y cuanta galería este abierta.

Antes de llegar a vivir a Lima, sólo dos veces me había sentido cautivada ante una pintura. Aún recuerdo ambas pinturas, una de gran formato donde predominaba el carmín; otra, un rostro del Cristo de Luren en pequeño formato. Estoy casi segura que el autor de ambas pinturas era Sérvulo Gutiérrez.

En el año 82, Gerardo Chávez, presentó una importante Retrospectiva en el Museo de Arte Italiano de Lima titulada “25 años de Pintura”. Al ingresar al museo, me sentí avasallada por esos grandes formatos hecho arte. Sus gigantes blancos, figuras surrealistas descifrables a veces, el atrevimiento erótico, la historia que emanaba de cada obra a través de sus personajes, hombre, mujer, animal trazados con una extraordinaria técnica de pastel graso sobre lienzo. Me enamoré de su genialidad creadora, del perfecto ensamble entre línea y color dentro de una maraña de monstruos, entes devoradores de memorias infantiles, de vivencias juveniles, de provocaciones. Quedaron por siempre impregnados en mi memoria. 

Llegaron otras exposiciones a través de los años, sin embargo, al estar de pie frente a alguna de su obras siempre retorna a mi memoria “el primer encuentro”. Esa sensación cautivadora de la gran retrospectiva en el Museo de Arte Italiano. 

Hace unos pocos años asistí a una serie de conferencias en el Museo de la Nación sobre Nuevos Museos, ocasión que me permitió conocer un poco más sobre Gerardo, ya no como el personaje creativo sino como promotor cultural y en esos momentos como conferencista, natural, sereno, veraz.

Quedé más que impresionada por su determinación al exponer la historia de su Museo. Luego de vivir por Europa, retorna a su Perú y en un acto de amor a su tierra, decide contribuir con arte y cultura para su querido Trujillo. Su lucha casi solitaria al construir un Museo de Arte Contemporáneo se contraponen a su valentía de opinar libremente atreviéndose a señalar algunos poderosos de manejos inapropiados en torno a la Fiesta de la Marinera, hechos que ocasionaron que le dieran la espalda a través de medios informativos, y hasta la custodia policial. Su misma comunidad lo dejan sin apoyo. Su Museo de Arte tuvo que cerrar puesto que los gastos que afrontaba eran enormes y la indiferencia de la gente, casi lapidaria.

No alcancé a visitar su Museo de Arte Contemporáneo pero si he podido disfrutar de su Museo del Juguete. Ahora sabemos que tiene proyectado traer su colección de su Museo de Arte a Lima.

Con la desaparición intempestiva de Fernando de Szyszlo, Gerardo queda a la palestra como el artista más representativo de nuestro país. Mi felicitación por sus 80 años de vida a Gerardo Chavéz. No se ha podido celebrar mejor que con esa gran exposición que abarcó varios pisos del Museo de la Nación y culminó el 18 de noviembre. 

Me pareció muy original la idea de cerrar su exposición con un gran baile y concurso de máscaras inspiradas en la obra del artista, especialmente por ser una convocatoria abierta a todo el público interesado. Tuvo una gran publicidad y fueron muchos los congregados. Un Gerardo vital, acompañado de su familia y amigos, recibió a todos los entusiastas concursantes que llegaron con sus máscaras, artistas y muchos admiradores. 

Fernando Torres dirigió la presentación de los concursantes y premiación. Los anhelados premios fueron dos grabados (primer y segundo premio) y una pintura de Gerardo a la máscara ganadora. Los enmascarados y afortunados finalistas recibieron de manos de Gerardo un gran libro sobre su obra. Luego se dio pase al baile, y celebración con todos los presentes. ¡Larga vida a Gerardo Chávez!.




FOTOS:  CECILIA ORÉ - aureiperu@gmail.com

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